Por: PhD. Florentino Rico Calvano. Economista. Profesor – Investigador Senior. Universidad Simón Bolívar. Grupo de investigación Democracia y Modernización del Estado Colombiano (GIDMEC-USB)
 
Hoy, 3 de julio, se celebra el Día nacional del Economista, fecha en honor de Pedro Fermín de Vargas, primer ciudadano colombiano interesado por los temas económicos durante la independencia. Esta fecha trae para todos los economistas gratos recuerdos y responsabilidades en el manejo de la economía y permite aclarar que una cosa es saber cómo se aplican las teorías económicas y otra, tener el poder de decision para ponerlas en práctica.

Florentino Rico Calvano

Es cierto, el economista está inmerso en la ciencia social donde las cosas cambian y las recetas para un problemas hoy no son las mismas mañana, porque todo depende del entorno y contexto. Una persona que desee estudiar economía debe cumplir con ciertas actitudes: tener un gusto por la investigacion, lectura y la escritura; afinidad con las matemáticas y gran interés por la situación política, social y económica del país; capacidad de análisis y solución de problemas; agilidad mental y sensibilidad por las situaciones sociales. 

Quiero aprovechar para compartir y reflexionar, de manera clara y concisa, sobre algunos aspectos económicos y sociales desde una perspectiva analítica y sociocrítica. Hoy nos vienen muchos recuerdos de nuestros economista que nos dejaron muchas huellas, como el maestro y economista benemérito José Consuegra Higgins, fundador de la Universidad Simon Bolívar;  Alameda Ospina, secretario perpetuo de la Academia Colombiana de Ciencias Económicas; o Eugenio Bolívar Romero, representante legal de nuestra alma máter.  

Primero que todo, mirar el impacto de las grandes decisiones sobre las inversiones: hoy estan produciendo desplazamiento profundo en los mercados financieros hacia la inclusión de un impacto sostenible ajustado con los factores tradicionales de riesgo y rendimiento, lo cual abre nuevas posibilidades para diferenciar inversiones con perfiles de riesgo-rentabilidad similares, a partir de los rastros de los Objetivos del Desarrollo Sostenibles (ODS) que pueden contribuir a congregar flujos de capital de gran escala hacia inversiones con mayor impacto neto sobre los mismos. 

Se pretende que se debe establecer una relación entre riesgo-rendimiento-impacto, lo cual permite determinar los perfiles de los distintos tipos de inversionistas: personales, pensiones, fondos empresariales o fondos públicos. Debemos los economistas abrir el debate sobre las estrategias de inversión que se derivan de las inversiones planificadas con un enfoque centrado en el impacto sostenible en un mundo real, para que la sostenibilidad y los resultados se agrupen en el desarrollo de estrategias de inversión para alcanzar y resolver los desafíos cuantitativos y monitoreos de los ODS sobre la base de los macrodatos y la inteligencia artificial, tanto para el capital privado como para los proyectos de infraestructura.

Considero que el aumento de la transparencia y la incorporación de datos actualizados, impulsado por la inteligencia artificial, tienen impacto sobre las calificaciones de bonos públicos y privados sin ningún tipo de riesgo de recuperación de la inversión y no alteran el perfil de riesgo-rendimiento. 

El segundo aspecto para debatir por los economistas es precisar, trabajar y resolver los efectos cada vez más visibles del cambio climático; del aumento de la desigualdad de los ingresos, como el desempleo; el dilema entre inflación-estabilización y crecimiento económico; los conflictos sociales latentes cada día y aplazados en gobiernos anteriores. Se requiere además el compromiso nacional para revisar, ajustar y actualizar los sistemas económicos y modelos organizativos. 

El tercer aspecto es el surgimiento de nuevos valores y prioridades impulsado por un movimiento convergente de empresas tradicionales con fines de lucro, desde las pyme hasta las grandes multinacionales que han comenzado a transformar sus modelos organizativos y productivos para cumplir las exigencias de sostenibilidad de clientes, empleados e inversionistas. El cambio de mentalidad ha llevado a la aparición de nuevos modelos de negocios y organizaciones híbridas con el emprendimiento social, la economía social y solidaria, la economía circular y naranja. La época actual demanda primacía de la sociedad y el medio ambiente por encima del capital, procurando obtener ganancias económicas, como un medio para el logro de su misión, no como un fin en sí mismo. 

Las organizaciones públicas y privadas generan ingresos de sus actividades con el objetivo de lograr un impacto positivo en el mundo, al tiempo que reducen a un mínimo sus efectos externos negativos: solo entre el 50% y el 65% reinvierte parte de sus ganancias con miras al logro de objetivos sociales, como la reposición del capital de trabajo para ofrecer condiciones de trabajo y salarios atractivos a todos sus empleados, la orientación a la transparencia y la rendición de cuentas, medidas para reducir el consumo innecesario, las emisiones de carbono y otras formas de contaminación. 

El cuarto aspecto trata de la gobernabilidad de las entidades. Sus estructuras de gestión y propiedad a menudo tienden a ser inclusivas y democráticas, otorgan voz en el proceso de toma de decisiones a los empleados y consumidores, en lugar de limitarse a los inversionistas, y distribuyen de manera más equitativa los frutos de su éxito.

El quinto aspecto es mejorar la presión fiscal en tiempos de la Agenda 2030 de los ODS. La hacienda pública con sus recursos tributarios es la fuente más importante de financiación para el desarrollo. Pero los bajos niveles de ingresos fiscales en los países de América Latina y el Caribe son el desafío para los gobiernos en lo que respecta al diseño y ejecución de políticas orientadas a los ODS. Es fundamental abordar los elementos que permitan fortalecer el acuerdo entre los contribuyentes y los recaudadores, crear oportunidades innovadoras para movilizar recursos internos que cubran las necesidades financieras y permitan el logro de los ODS.  

Es clave para alcanzar el potencial de progreso tributario acabar con la política fiscal cortoplacista y pensar en políticas a largo plazo que permitan medir impacto en las diferentes variables económicas. Implica evaluar el nivel de presión tributaria, la composición y la capacidad redistributiva de los sistemas tributarios de América Latina frente a la región, que muestra un desempeño fiscal deficiente impulsado, en parte, por bajos ingresos fiscales y altas tasas de evasión. En 2018, los ingresos tributarios totales en la región alcanzaron el 22,7 %  del PIB regional, mientras que los ingresos tributarios totales de los países de la OCDE fueron de 34,3 % del PIB de la OCDE. La mayoría de los países de la región descargan sobre el impuesto al valor agregado y los gastan en protección social, servicios de salud y educación. Es importante evaluar la capacidad de redistribución de los sistemas fiscales y los instrumentos de política fiscal de los gobiernos. 

El sexto aspecto de reflexión es la negociación y las relaciones de poder en la sociedad, donde gravar a las elites económicas es un desafío importante en todo el mundo. Sobre todo, porque las élites políticas y económicas defienden sus intereses creados y se ponen de acuerdo para poner los nuevos gobernantes, como especie de dictadura política. También se distribuyen la administración pública, bloquean las reformas de los sistemas fiscales regresivos, siempre piden tener a su disposición los organismos que administran la política fiscal, monetaria y cambiaria, y se conceden exenciones impositivas a determinados sectores dominados por empresas poderosas con influencia política. 

Los gobiernos deben utilizar los mecanismos fiscales para competir en la atracción de empresas multinacionales: bajas tasas de impuestos empresariales, regímenes de incentivos fiscales y hacerse deliberadamente negligentes en materia de aplicación de la legislación fiscal. Es un desafío controlar los recursos en los paraísos fiscales que están evadiendo el pago de impuestos y restablecer la confianza con nuevas formas de abordar la transparencia empresarial, la divulgación de información fiscal y la apertura de información disponible para al público en general, así como fortalecer las facturas electrónicas y la digitalización, facilitando el proceso de contabilidad de los contribuyentes, haciéndola más accesible para las pequeñas y medianas empresas.  

Los esfuerzos futuros deben estar orientados al uso potencial de las autoridades fiscales, aplicado a la gestión y el análisis de datos para hacerlos un activo de valor y mejorar el cumplimiento empresarial de las obligaciones fiscales. ¡Feliz día del economista! 

Seamos protagonistas del desarrollo y no cómplices del subdesarrollo (Ruderico Trujillo Prins).