Columna publicada el 27 de febrero de 2022 en El Espectador

En la historia de la civilización, las mujeres han superado múltiples limitaciones, vejámenes y obstáculos para el reconocimiento pleno de sus derechos vitales. Gracias a esa lucha de siglos derribaron la mayoría de muros infames que les impedían acceder a oportunidades y espacios sociales como la educación, la participación política como votantes y candidatas, los derechos de propiedad sobre bienes y de herencia, y la igualdad laboral que les permitiera ocupar, en las mismas condiciones, posiciones reservadas para los hombres, entre otros.

En la actualidad, en el mundo de las ciencias persiste una notable desigualdad de género pese a la creciente inserción de mujeres en los espacios académicos. Evidencia de esto es que son apenas el 30 % del total de los investigadores en el mundo y ocupan el 20 % de las posiciones de liderazgo en organizaciones dedicadas a las ciencias. En cuanto al reconocimiento científico, apenas han ganado el 4 % de los premios Nobel de Ciencias.

Otros datos globales significativos fueron resaltados por Unesco y ONU-Mujeres con motivo de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia (11 de febrero), como son que “varios estudios muestran que las mujeres representan solamente el 22 % de los profesionales que trabajan en el sector de la inteligencia artificial y el 28 % de los graduados en ingeniería. Asimismo, cuando fundan sus propias empresas, las mujeres reciben menos del 3 % del capital riesgo total invertido, en comparación con los hombres”.

En cuanto a Colombia, donde el 38 % de investigadores corresponde a mujeres (a 2019), según el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, es pertinente destacar la política nacional de ciencia, tecnología e innovación (Conpes N° 3582) y los programas ministeriales Ondas, Jóvenes Investigadoras y de Formación de Alto Nivel, entre otros, para lograr mayor inclusión y equidad en espacios científicos.

Además de las políticas y los programas gubernamentales es pertinente que desde las universidades y el sector empresarial se promueva una mayor inserción de mujeres en la investigación científica y la innovación. En el caso particular de la Universidad Simón Bolívar, cuyos referentes misionales priorizan la inclusión, se reconoce el alto valor de las científicas. Por ello, nos llena de orgullo que, de un total de 305 investigadores categorizados por Minciencias, el 50,16 % son mujeres y ellas lideran el 71,4 % de los centros de investigación científica, de desarrollo tecnológico e innovación con que cuenta la institución.

En el marco de la celebración antes mencionada, ha sido emocionante leer en los medios de comunicación innumerables reportajes dedicados a mujeres destacadas en las ciencias a través de la historia y sus trascendentales aportes a la humanidad, y, por supuesto, saber, con iniciativas en redes sociales como el #SpamDeCientíficas, de tantas jóvenes con importantes logros y un profundo amor por las ciencias. Para continuar estos avances es necesario superar los dañinos estereotipos de géneros tan arraigados en la sociedad que han masculinizado ciertas áreas del conocimiento.

La mayor participación de la mujer, con su conocimiento, liderazgo y su talento en la ciencia, es imprescindible para la sociedad, en especial cuando nos enfrentamos a desafíos sociales, tecnológicos, medioambientales y de calidad de vida, cuyas soluciones están enmarcadas en la capacidad de generar conocimiento a través de los avances científicos, tecnológicos y de innovación.