Columna publicada el 29 de agosto de 2022 en El Heraldo

Paradójicamente, en un mundo con grandes desigualdades sociales, donde el hambre es un padecimiento común en muchísimos hogares y en todos los países subdesarrollados, los estimativos de despilfarro de alimentos son cada vez más abundantes y alarmantes. 

Según Naciones Unidas, 828 millones de personas padecieron hambre en 2021: 46 millones de personas más que en 2020, lo que corresponde al 9,8 % de la población mundial. Además, 2300 millones de personas padecieron inseguridad alimentaria moderada o grave ese año, situaciones que abarcan a quienes han tenido que reducir sus alimentos o que estuvieron uno o más días sin comer. Es contundente el retroceso global en el cumplimiento de uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible más sensibles, llegar al nivel de “hambre cero”, situación promovida por la pobreza, el desempleo y los estragos pandémicos. 

Anualmente no se consume y, por ende, se desperdicia una cantidad aproximada al 40 % de los alimentos cultivados, lo que representa 2500 millones de toneladas de alimentos que nadie ingiere, de acuerdo con un informe global de las organizaciones WWF y Tesco en 2021. Esta comida se pierde tanto en las cadenas de suministro como en las manos de los compradores.

Este execrable despilfarro de alimentos no solo impacta en la problemática social del hambre, sino que también genera graves consecuencias en el medioambiente, pues toda esa comida que va a dar a la basura produce un estimado del 10 % de los gases de invernadero globales, sin contar con el agua, la tierra y la energía eléctrica empleadas en su producción o cosecha.

En el concierto local, EL HERALDO publicó la semana anterior un nuevo informe de la WWF que ubica a Barranquilla como la ciudad colombiana donde más se desperdician alimentos. “Los barranquilleros son los que tienen el promedio más grande botando comida al mes en 2,12 veces, mientras el promedio nacional es de 1,9. El 30,1 % manifiesta no botar basura”, detalla el artículo sobre este estudio realizado también en Bucaramanga, Medellín, Bogotá, Cali, Florencia, San José del Guaviare y Leticia.

Entre las estrategias de fortalecimiento del sector agricultor es preciso el acompañamiento a agricultores y campesinos para minimizar las pérdidas en sus cosechas y que estas puedan ser aprovechadas para la alimentación de los más necesitados, la habilitación de vías de acceso necesarias para el transporte de las cosechas, entre otras acciones, que deben abarcar el resto de la cadena.

Pieza clave en este engranaje la constituyen los hogares, donde deben revisarse las prácticas y costumbres al momento de comprar, almacenar y cocinar los alimentos para que solo se prepare lo que se requiere. De hecho, una de las causas de desperdicio en las familias colombianas, determinadas por el último informe de la WWF, es que se suele comprar de más y se cocina más cantidad de la requerida por la costumbre de ser expresivos de riqueza y abundancia.  

Es necesario detener y superar esta infame e indigna triste realidad.