Columna publicada el 5 de septiembre de 2022 en El Heraldo

Un acontecimiento sustancial en la gesta de las mujeres en Colombia e Iberoamérica tuvo lugar la semana anterior en Barranquilla: la instalación de la primera Cátedra Unesco en Prevención de la Violencia contra las Mujeres, aprobada a la Universidad Simón Bolívar, y presentada en el marco del II Foro Iberoamericano: Afromujeres y Derechos Humanos.

La apertura de este espacio académico, acción transformadora y diálogo permanente promueve y facilita la generación de conocimiento en un espacio abierto a la reflexión y la creación de estrategias para la construcción de políticas públicas que coadyuven a superar el pesado lastre de violencia y discriminación arrastrado por las mujeres. 

Con la participación de la señora procuradora general de la Nación, Margarita Cabello; la doctora Rita Bosaho, directora para la Igualdad de Trato, del Gobierno de España; de representantes de la fundación Haurralde, así como otras organizaciones gubernamentales y sociales y universidades, cientos de mujeres y feministas asistentes ratificaron su lucha y su resistencia contra los diversos tipos de violencia hacia ellas, con la aspiración de que sean desestructurados por medio del abordaje de procesos pedagógicos y culturales que hagan énfasis en la inclusión social. 

A lo largo de dos días de disertaciones, el Foro y la Cátedra se focalizaron en la trascendencia del reconocimiento del saber colectivo proveniente de la ancestralidad y de las experiencias sociales y comunitarias, así como del conocimiento producto de la investigación de los temas de mujer y equidad de género, y la construcción de una sociedad diversa donde el respeto y la garantía de los derechos humanos de las mujeres sea un imperativo.

La discusión abordó la persistencia de la estructura patriarcal en la sociedad pese al amplio marco normativo con que cuentan países como Colombia para promover equidad de género. Por ello, se planteó la necesidad de erradicar los patrones culturales que las han mantenido en condición histórica de desigualdad mediante la formación educativa que también promueva una nueva visión de la masculinidad que asuma el trato igualitario y justo. Así mismo, la capacitación de los funcionarios que atienden población femenina violentada y exigiendo la disposición de recursos para la ejecución de las políticas públicas pertinentes, entre otras acciones.

Igualmente se analizó la importancia de la democracia paritaria para promover la participación de las mujeres en espacios políticos decisorios que les permitan abrir oportunidades de defensa y reconocimiento de los derechos femeninos.

Fue motivante y nos llenó de regocijo conocer las historias de mujeres que han superado la violencia y la discriminación a través de la interlocución con otras mujeres con quienes conformaron redes de apoyo comunitarias, que hoy constituyen las voces de esta gesta. Ellas son el ejemplo perfecto de que la unión es la mejor forma de protegerse de las agresiones. El cambio es hoy: erradiquemos para siempre la violencia contra la mujer.