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Julio 16, 2019
El uso de la responsabilidad social en los modelos de planeación y gestión de las empresas tiene sus inicios en 1950. Pero fue en este siglo cuando aterrizó de lleno en las estrategias de cualquier organización, incluyendo universidades, a raíz del anuncio del Pacto Global de Naciones Unidas, durante el Foro Mundial de Davos (Suiza) realizado en 1999.
La responsabilidad social universitaria (RSU) es un apéndice de la empresarial, porque si bien tienen metas similares, sus componentes e impactos no se reflejan igual en su funcionamiento.
Fernando Morón Polo, director de Planeación de Unisimón y RSU, explica que así es como las instituciones de educación superior (IES) adaptaron el concepto empresarial a su naturaleza y su compromiso de generar conciencia y competencias para el desarrollo sostenible.
“En Unisimón, desde su objeto fundacional, ya hay una gran responsabilidad con su entorno, porque nació con la visión de ser una casa de estudios superiores del pueblo, para el fomento de la investigación científica, formación técnica y promoción cultural e ideológica, sin distingos de ningún tipo”, explica.
Personas también sostenibles
Las universidades se orientan por el cumplimiento del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) que más les impacta: educación de calidad.Entre sus metas a 2030 se incluye asegurar el acceso igualitario a una formación técnica, profesional y superior, al igual que aumentar el número de jóvenes y adultos con las competencias para acceder al empleo, el trabajo decente y el emprendimiento.
Duván Ramírez Ospina, doctor en administración e investigador de Unisimón, ha publicado textos científicos en los que evidencia que la perspectiva universitaria se distingue de la empresarial en que debe centrarse en que el ser humano sea sostenible, no las corporaciones.
“En esa medida, podríamos hablar de una sociedad sostenible y que en la práctica, además de orientarse al medio ambiente y la economía, también se enfoca en el ser para que ayude a transformarla”, afirma.
El modelo de RSU de Unisimón aborda cuatro impactos: educativo, cognitivo, social y organizacional.
En lo educativo, desde 2015 ha incrementado en 18 % el número de programas de pregrado y en 41 % de posgrado, para atender las necesidades de formación en su entorno, y en 200 % los que están acreditados en alta calidad.
En el aspecto cognitivo ha acrecentado en 160 % la cantidad de grupos de investigación categorizados en A y A1, así como en 232 % los profesores reconocidos por Colciencias, con líneas investigativas pertinentes y relevancia social.
En nuevo conocimiento y desarrollo tecnológico, ha generado 1.004 productos y más de 340 publicaciones indexadas en Scopus. También creció la cifra de estudiantes que pertenecen a su semillero de investigación.
Su impacto social se evidencia, entre otros resultados, con la participación en más de 46 escenarios de connotación nacional e internacional de discusión y reflexión sobre el desarrollo, al igual que el año pasado ejecutó 16 proyectos que intervinieron a 2.253 familias y beneficiaron a 8.800 personas.
Y en lo organizacional destaca la alineación de la planeación estratégica a los ODS y el aumento en 80 % del número de profesores con doctorado y 21 % con maestría. Además, favoreció a 228 de sus empleados administrativos con el plan de formación 2018, mejoró el índice de su clima laboral e implementó acciones específicas para la preservación del medio ambiente.
“Si algo tiene la educación en sus manos es buena parte de los instrumentos para lograr que se reviertan adversidades sociales como la desigualdad y la pobreza extrema”, asegura el rector de Unisimón, José Consuegra Bolívar.
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